Las algas llegaron ya hace tiempo a nuestra vida. Mientras que en culturas asiáticas las algas eran muy usadas, en la cocina europea no tenían tanta repercusión. No obstante, ahora es posible encontrarla en muchísimos platos. Es una buena noticia, pues las algas son francamente buenas para nuestra salud, reportándonos muchísimos beneficios. No obstante, las algas tienen una textura muy difícil a la que no estamos acostumbrados. Además, tienen un sabor salado, a mar. Este sabor hace que sea bastante extraño para nuestro paladar, por lo que hay que aprender a cocinarlas correctamente. Aún así, si somos capaces de cocinarlas bien, podría enriquecer muchísimo nuestros platos.
1. Conoce las características de las algas antes de cocinarlas
Hay un sinfín de variedades de algas en el mercado. Existen aproximadamente unas 145 especies de algas comestibles. No obstante, las más populares son el alga nori, en copos o para envolver sushi, wakame, kombu, espagueti de mar o agar. Todas estas algas tienen en común que son bajas en calorías y que concentran gran cantidad de nutrientes. Así, las algas poseen vitaminas, minerales, proteínas y fibra. Un súper alimento que deberíamos incluir en nuestra dieta, pues no cuentan con casi grasa y son muy ligeras.
Aunque es posible conseguirlas en otro formato, las que se comercializan suelen estar deshidratadas para una mejor conservación. La ventaja de esto es que pesan poco y que ocupan también muy poco espacio en nuestra despensa. Pueden aguantar mucho tiempo en la despensa.
Si optas por comprarlas frescas, puedes encontrarlas en tarrinas con sal. También es posible usarlas en polvo. Estas últimas se utilizan en pequeñas dosis para dar sabor y aroma a nuestros platos. Sí, se puede usar como una especia más.
2. Vigila la cantidad de algas que usas
Aunque las algas tienen todas cosas en común, no podemos olvidar de que el agua en el que crecen determinará muchísimo su sabor. Por ejemplo, la kombu de Japón es de textura y sabor más suave que la de Europa.
Si quieres cocinar algas e introducirla en tus platos, te recomendamos que uses poca cantidad. Ten en cuenta que es un alimento muy concentrado, tanto en nutrientes como en sabor. Con unos gramos al día puedes tener un gran aporte de vitaminas y minerales, sin necesidad de incluir mucha más cantidad.
3. Hidrátalas antes de cocinarlas
Si compras algas deshidratadas, lo primero que tendrás que hacer para cocinarlas será hidratarlas. Piensa siempre que, una vez hidratadas, pueden aumentar su volumen hasta ocho veces. Además, se recomienda usar agua fría, pues luego se puede usar para cocinar.
Para hidratarlas, debes colocar algas en un cuenco. Intenta que sea un cuenco grande, pues luego aumentarán su volumen y podrían salirse. Cubre las algas con abundante agua mineral fría. Si tienes prisa y quieres que estén listas antes, puedes usar agua tibia. Cuando pasen 10 minutos aproximadamente, tus algas estarán perfectamente hidratadas.
Estas algas hidratadas pueden consumirse así, sin cocinar, o bien usarlas en algún guiso o salteadas. También quedan francamente bien en sopa. Tan sólo deberás añadirlas a la cazuela al final de la cocción.
4. Convierte las algas en un ingrediente habitual de tus recetas
Si no quieres perder demasiado tiempo, y el sabor de las algas te gusta, puedes usarla en ensaladas. Sí, como si fuera una lechuga. Podemos considerarla como la lechuga del mar. Estas algas pueden quedar muy bien aliñadas con vinagretas de sabor potente, ya sea a base de mostaza o con especias. Recuerda, además, que como son de sabor intenso, conviene servir este tipo de ensalada en pequeñas porciones o bien usarlas como guarnición.
Mención especial merece la espirulina. No es técnicamente un alga, más bien una cianobacteria. Se presenta en polvo, por lo que puede ser muy útil para enriquecer fácilmente tus zumos, gazpachos o cremas de verdura a base de espinacas y brócoli.