Esta técnica culinaria consiste en freír ligeramente los alimentos, logrando que se impregnen de los condimentos seleccionados y de la grasa utilizada. Se trata pues de un método de cocción que se aplica, como paso previo, a alimentos que tendrán una cocción más larga, dentro de un guiso o una salsa.
La base del rehogado es la utilización de una sustancia grasa, dependiendo del tipo de plato y de cocina puede ser mantequilla, manteca de cerdo, o fundamentalmente en la cocina mediterránea aceite de oliva.
Los alimentos que rehoguemos deben quedar bien lubricados y adquirir también el sabor de los condimentos, para ello el aceite debe estar a alta temperatura. El modo de evitar que se peguen es conseguir que el calor se reparta de manera uniforme, debemos remover todo el tiempo los productos con una cuchara o espátula de madera.
¿Cómo rehogar alimentos?
En primer lugar, prepararemos los elementos que vayan a constituir la base de nuestro rehogado, limpiaremos bien las verduras y las cortaremos en trozos pequeños y a ser posible, uniformes. Las verduras que más se suelen utilizar en los rehogados son la cebolla, el ajo, el puerro, el apio y el hinojo.
Después tenemos que poner al fuego, con el medio graso en la sartén o cazuela y dejamos que coja temperatura.
Ahora, añadimos las verduras y dejamos que se hagan removiendo para evitar que se peguen hasta que obtengamos una mezcla pastosa.
Las verduras rehogadas suelen ser el primer paso para elaborar muchos platos y guisos. Por ejemplo, la base de la salsa de tomate es un buen rehogado de cebolla a la que pueden añadirse otras verduras que le darán un toque original.
Rehogar es un proceso muy sencillo dentro del mundo de la cocina, pero requiere que le prestemos atención plena porque al trabajar con altas temperaturas es fácil que las verduras puedan quemarse.
Si sufres un despiste, no te preocupes porque te mostrar los mejores trucos para arreglar un guiso quemado sin que nadie se entere fácilmente.