Freír en seco
Cuando hablamos de freír en seco dentro del mundo de la cocina, nos referimos a pasar los ingredientes por la sartén, pero sin emplear aceite o grasa alguna, para que se hagan sólo con los aceites naturales de los alimentos y el efecto del calor.
Cuando hablamos de freír por lo general nos estamos refiriendo al proceso que implica someter un producto a la inmersión en un aceite o grasa bien caliente (entre 150 y 200 grados), hasta que esté hecho. Pero este tipo de cocinado implica que al final los productos serán muy calóricos, pues a las suyas propias se suman las calorías del aceite.
Actualmente podemos encontrar en el mercado las llamadas freidoras dietéticas, útiles para aquellos que no quieren renunciar del todo a los fritos pero que por salud o por gusto, no pueden consumir tantas calorías. No nos engañemos, en realidad el efecto final no es exactamente el mismo, ya que son como una especie de hornos que funcionan con aire muy caliente aprovechando la grasa natural que contienen los alimentos. Si queremos conseguir que el producto final adquiera un grado de crujiente un poco mayor podemos añadir simplemente una cucharadita de aceite.
Es indudable que se trata de una forma de cocinado mucho más sana, ya que se aprovecha de las grasas propias de los alimentos y también permite una mayor concentración de los sabores. Además, es una forma de cocinar mucho más limpia que la de la fritura tradicional ya que se evitan las salpicaduras.
Actualmente, también podemos encontrar en el mercado una gran gama de sartenes antiadherentes, que permiten cocinar prácticamente sin aceite.
Determinados productos como las tortillas de harina de maíz empleadas en la realización de las tradicionales fajitas mejicanas se hacían tradicionalmente siguiendo el sistema de freír en seco. También los panes planos se hacían con esta técnica, además de para tosar especias indias.
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