A lo largo y ancho del planeta, son muchas las recetas de sopa y cremas. Suele ser una de las recetas más apreciadas, sobre todo en los días de invierno. No obstante, también hay sopas frías para los días más calurosos. De entre todas ellas, la bisque es una de las sopas más reconocidas, tanto en la cocina francesa, de donde es originaria, como a nivel internacional.
Qué es la bisque
La bisque es una de las sopas más tradicionales y apreciadas de la cocina francesa. Su fama le viene dada por el producto con el que se elabora y por el gran sabor que tiene.
Es una sopa cremosa y muy condimentada elaborada clásicamente a partir de un coulis de crustáceos. El coulis es un jugo concentrado de alimentos, que se obtiene filtrando un puré con un colador fino o un colador chino.
Puede hacerse de langosta, bogavante, cangrejo, cangrejo de río o gamas. Por tanto, cuenta con un sabor bastante potente. Además, esta sopa se puede servir tanto fría como caliente, siempre decorada con perejil finamente picado por encima.
Origen e historia de la bisque
Nos remontamos al siglo XVII. Durante esta época, esta sopa, o por lo menos la técnica mediante la cual se prepara, ya existía. No obstante, en ese momento se solía preparar con palomas, gallinas o incluso jugo de cordero. Se servía con rodajas de pan y se adornaba con una cresta de gallo. Esta receta, que sería el inicio de la bisque, se le atribuye al cocinero clásico Françoise Pierre de la Varenne.
Pasó un tiempo, y el cangrejo comenzó a convertirse en el protagonista indiscutible de todas las cenas y banquetes. Así, esta bisque comenzó a prepararse con este ingrediente. Hoy por hoy es posible hacerlo con gambas, camarones, langostas o bogavantes.
Inicialmente la bisque se cocinaba dos veces. De ahí que se llamara así; y es que “bis cuites” significa dos veces cocido. La primera vez se cuece en sus conchas o caparazones. Después, con vino y aromatizantes, se cocina a fuego lento. Para terminar, se tamiza y se reduce.