Una de las ventajas que tiene el huevo es que podemos cocinarlo de múltiples maneras, dando lugar a diversos platos y abriendo un abanico de posibilidades a la hora de comer este nutritivo alimento. De esta forma, podemos prepararnos unos huevos más sanos o menos sanos, con una textura o con otra…

Huevos duros

Esta es una de las maneras más tradicionales de preparar los huevos. El resultado es una yema y una clara perfectamente cocidas y consistentes. Para hacer unos huevos duros necesitaremos:

• Poner una olla con agua y sal a fuego medio
• Meter los huevos cuando el agua rompa a hervir y dejarlos durante 12 minutos. Es importante no quedarse corto para que el huevo no se quede blando ni tampoco hay que pasarse porque sino la lleva adquiere un color verdoso.
• Sacar los huevos y meterlo en agua fría, incluso con hielo, para cortar la cocción.

Huevos pasados por agua

En este caso, el resultado es un huevo lo suficientemente cocido como para que tenga consistencia pero sin llegar a estar la yema cuajada del todo. Para hacer un huevo pasado por agua debemos:

• Poner agua a calentar en un cazo, la suficiente como para que cubra el huevo.
• Cuando el agua rompa a hervir, incorporar el huevo con cuidado y dejarlo dentro 5 minutos
• Sacar el cazo del fuego y ponerlo bajo el grifo con agua fría para que se enfríe
• Cascar con cuidado la mitad del huevo y pelar la mitad. Podemos consumirlo así con una cuchara o aprovechar esta para sacar todo el huevo.

Huevos fritos

Si hay una forma de cocinar los huevos por excelencia, esos son los huevos fritos. El problema de freír los huevos es que la ingesta de grasas y aceites se multiplica, de ahí que este método sólo sea recomendable de forma ocasional.

• Colocar una sartén a fuego medio con unas cucharadas de aceite en su interior
• Cuando el aceite esté bien caliente, cascar el huevo con cuidado y dejarlo caer en la sartén con delicadeza
• Bajar el fuego y con ayuda de una cuchara de madera mover el aceite sobre el huevo para que la clara se vuelva cada vez más blanca
• Sacar cuando la clara esté completamente blanca y consistente y la yema haya dejado de estar tan líquida. También podemos esperar a que los bordes del huevo se tuesten, lo que se suele denominar puntilla.

Huevos pochés o escalfados

También conocidos como huevos flor, estos huevos son perfectos para cocinar sin grasas. Para hacer los huevos pochés sólo necesitaremos agua, calor y papel film.

La versatilidad del huevo nos permite preparar este alimentos de múltiples maneras aplicando métodos de cocción diferentes. la elección de la técnica culinaria dependerá de las necesidades de nuestra receta, de nuestra disponibilidad de medios y de nuestros gustos, pero tanto el vapor, como la plancha, el horno y el microondas son compatibles con las recetas a base de huevo.

Huevos a la plancha

Si nos gusta mojar el pan en la yema del huevo frito pero queremos cuidar la línea, hacer los huevos a la plancha es la mejor alternativa, ya que permite disfrutar del placer de mojar pero con menos calorías. En este caso necesitaremos:

• Poner a calentar una plancha lisa o una sartén, ambas antiadherentes, a fuego medio
• Verter un chorrito de aceite con una cucharadita de agua y cuando esté bien caliente la sartén o la plancha, incorporar el huevo
• Con la ayuda de una espátula, empujar el huevo y la clara para que se haga bien
• Salpimentar y retirar cuando la yema esté lista.

Huevos a baja temperatura

La cocina a baja temperatura nos permite controlar el grado de cocción del huevo a través de la temperatura, permitiendo elegir exactamente cómo queremos de cocinados tanto la clara como la yema del huevo. Para este método necesitaremos:

Una olla y un termómetro, un termocirculador o una placa de inducción con control automático de temperatur, con los que combinaremos el tiempo y la temperatura hasta conseguir la consistencia necesaria:

• Con 20 minutos y 65ºC la yema queda totalmente líquida y la clara casi cuajada
• Con 30 minutos y 65ºC la yema se queda bastante líquida y la clara casi cuajada
• Con 40 minutos y 65ºC la yema queda poco líquida y la clara casi cuajada

Huevos al horno

Otra elección que nos permite disfrutar del huevo frito pero sin nada de grasas, ya que aprovechamos el calor de la cocción en el horno para poder hacer los huevos y que la yema se pueda mojar. Para ello es necesario:

• Precalentar el horno a 180º tanto arriba como abajo
• Cascar los huevos y dejarlos caer sobre la bandeja de horno previamente forrada con papel vegetal
• Salpimentar y meter la bandeja con los huevos en el horno durante unos minutos
• Sacar cuando la clara esté blanca y la yema deje de estar muy líquida.

Huevos al vapor

El vapor también tiene la capacidad de cocer unos huevos, sólo basta con saber hacerlo bien, ya que hace falta pinchar la cáscara del huevo para que penetre el calor. Los pasos necesarios para hacer los huevos al vapor son:

• Localizar una bolsa de aire dentro del huevo dando golpecitos con las uñas en la cáscara y pinchar la cáscara en ese punto
• Poner 5 mm de agua a calentar en una olla tapada a fuego alto
• Bajar el fuego cuando la olla empiece a cantar
• Poner en marcha el temporizador cuando la olla empiece a emitir vapor
• Sacar los huevos cuando el temporizador se apague.

Huevos en el microondas

Si lo que queremos es no manchar nada, entonces el microondas es nuestra mejor opción. Ya sea en tortilla, frito, revueltos, pasados por agua, a la plancha… todas estas formas de cocinar los huevos son aptas para el microondas. Bastará con tener un recipiente adecuado para el microondas y seguir los pasos de cada receta.

Actualmente existen 3 tipos diferentes de huevo que podemos preparar y usar en diversas recetas. La tipología del huevo dependerá del animal de origen y tendrá unas características propias:

• Huevo de gallina: este es el huevo que solemos comer habitualmente. Este tipo de huevo es puesto por las gallinas de corral y suele estar disponible en 3 tamaños distintos: Pequeños (S), Medianos (M) y Grandes (L).
• Huevo de codorniz: el huevo de codorniz es mucho más pequeños que el de gallina, pero perfectamente adaptable a las diversas técnicas de cocina comentadas anteriormente. Su reducido tamaño se debe a que son las codornices las encargadas de ponerlos.
• Huevo de avestruz: en este caso el tamaño se multiplica. Este huevo que es puesto por las avestruces es mucho más grande que el de gallina, por lo que suele ser más caro y más complicado de encontrar. Normalmente sólo se pueden comprar en algunas carnicerías.
• Huevo de oca: el origen de este tipo de huevo lo encontramos en las ocas o gansos, y aunque no suele ser muy habitual su consumo, hay muchas recetas que podemos cocinar con el huevo de la oca. El tamaño de este también es mayor que el de gallina, en concreto, es unas 3 veces más grande.

Hasta ahora hemos visto cómo se pueden cocinar los huevos solos, pero además, los huevos se pueden preparar junto a otros ingredientes. Si bien es cierto que la receta con huevo más popular es la tortilla de patatas, la realidad es que existen muchos otros platos que incluyen el huevo en su preparación o este es el plato principal.