Una buena salsa de tomate puede ser la alegría de cualquier plato. Una salsa de tomate casera para tus pastas o bien para hacer determinadas carnes. Sí, podrías comprarlas hecha y ahorrarte el trabajo, pero lo cierto es que nada es comparable al sabor de una verdadera salsa de tomate casera. Nuestras abuelas ya lo sabían, y por eso la cocinaban durante años, conservando muchos trucos que pueden venirnos muy bien para hacerla nosotros en casa.
Escoger la mejor variedad de tomate
Una de las cosas más importantes a la hora de aprender a cocinar una salsa de tomate casera, como es evidente, es escoger la mejor variedad de tomate. Hay muchos tomates que quedan mejor crudos y que no serían aptos para hacer una buena salsa de tomate casera.
En cualquier supermercado encontraremos mínimo dos variedades que podrían funcionar bien. Por ejemplo, está el tomate de pera. Puedes encontrarlo en racimos o suelto. Es más, es bastante probable que el tomate en lata de tu supermercado sea de esta variedad. Su sabor es ligeramente ácido y son muy aromáticos. No cuentan con un precio elevado y son los mejores para hacer salsas.
Otra de las variedades que puedes encontrar fácilmente en tu supermercado, es el conocido como tomate corazón de buey. Recibe este nombre por su forma, que recuerda al corazón de una vaca, afortunadamente sabe mejor. Es un tomate rojo y muy carnoso. Suele ser de gran tamaño, por lo que tendrá bastante carne para poder hacer tu salsa. Cuenta con pocas semillas, es sabroso y muy aromático en su temporada, verano. Es un tomate todo terreno, por lo que se podría usar sin problema para hacer una salsa de tomate, por probar sabores diferentes.
Escoger una buena olla
A la hora de hacer una salsa de tomate casera, la olla que escojas es importante. Pasará tiempo haciéndose a fuego lento, por lo que es esencial que sea buena y reparta el calor de forma uniforme.
En qué consiste cocinar a fuego lento
Si no tienes una buena olla, podrías invertir en un disipador sobre el fuego. Esto hará que el calor no se concentre en untos específicos y todo se cocine de una forma más uniforme, algo importante en una salsa de tomate.
Una salsa de tomate con cebolla
Sabemos que son muchos los “sincebollistas” en las tortillas, pero en esto de la salsa de tomate no hay mucha más opción. La cebolla es esencial para darle sabor. Sí, es esencial sudar la cebolla mientras se cocina. Debes cortarla bien fina, agregarla a la olla y saltearla con el aceite y sal antes de agregar el tomate.
El punto de la sal es importante. La sal hará que la cebolla pierda el líquido que tiene, que se evapore en su mayoría. Esto logrará que desaparezca el sabor fuerte que puede tener este vegetal, algo no muy recomendable en una salsa de tomate.
El agua durante el cocinado de la salsa
A la hora de hacer una salsa de tomate en la olla, deberás ir añadiendo agua a la pulpa de tomate, para permitir cocinarla por más tiempo sin reducir el volumen en exceso. Pues bien, el agua debe estar siempre hirviendo, y sólo se podrá agregar cuando la salsa también esté en ebullición. Si lo haces así, se mezclarán mucho mejor y el sabor de la salsa será mucho más concentrado, agradable, aromático y menos aguado.
El truco del caldo
Hay quien, en vez de usar agua hirviendo, prefiere usar un caldo de verduras para el punto anterior. No es que sea la receta más original, pero lo cierto es que probar nuevos sabores siempre viene bien, y el resultado no está nada mal.