Seguro que muchos asociamos la palabra decantar al vino. No obstante, para ser francos, se trata de un término culinario que hace referencia a muchas más cosas.
¿En qué consiste decantar?
Decantar es la técnica mediante la cual trasvasamos un líquido turbio, después de dejarlo reposar algún tiempo, para que las impurezas en suspensión se depositen y sean retiradas.
Es posible decantar la mantequilla fundida, eliminando la espuma y el suero para poder obtener una mantequilla clarificada.
También se puede decantar una carne cocida en un fondo o en una salsa. Para ello, se retira la carne y se pasa el líquido de cocción por el colador chino para eliminar la guarnición aromática. Una vez ligado, se sirve junto a la carne como salsa.
¿Cómo y por qué se decanta un vino?
Sí, también se puede decantar el vino. El origen de este protocolo parte de la idea de que el vino es un ser vivo. Un ser que nace, evoluciona e incluso muere. De este modo, una botella puede contener un vino que ha sido embotellado hace mucho tiempo en barrica o en esa misma botella. Durante este tiempo, han podido crearse olores raros, aromas de reducción o incluso posos.
Es cierto que estas anomalías no son perjudiciales ni para el vino ni para el hombre, aun así, pueden molestar la degustación, algo que hará perder al vino su atractivo. Es justamente en este momento en el que se decantará el vino. Para ello, se verterá el vino en un decantador, con el fin de airearlo y mejorar su sabor.
La decantación, por tanto, tiene dos funciones básicas: por un lado, eliminará los sedimentos de vinos que sean muy viejos. Por otro, servirá para airear los vinos que estén cerrados durante tiempo, o muy tánicos y potentes, para que se abran o se suavice su sabor.